La Navidad interior (Laura Gutman)



[...] Más allá del sentido religioso que podía tener para las personas mayores, la Navidad era una fiesta para los niños, porque todo brillaba como en un cuento de hadas. Era el momento de cumplir algún sueño, se respiraba alegría y esperanzas y hasta teníamos la fantasía de que todos éramos un poco más buenos. Y la alegría era inmensa al recibir finalmente un regalo. Uno. Inolvidable.

Hoy la magia seguramente tiene más relación con Internet que con descubrir a Papá Noel depositando los regalos en el árbol de Navidad. Los hechizos duran apenas unos segundos mientras nos apabulla la publicidad en la televisión. El consumo desenfrenado nos somete a comprar y comprar y comprar muchos regalos costosos para llenar el árbol de Navidad, y quizás para sentir que no estamos tan solos. Regalos para los niños, para los grandes, para los ancianos, para los vecinos, para los sobrinos y los nietos y las nueras y los yernos y los hermanos. Todos compramos muchos regalos y usamos nuestras tarjetas de crédito hasta el límite, para cumplir un ritual de hartazgo de juguetes y ropas y zapatos y electrónica y ordenadores y vacaciones y objetos de todo tipo.

Los niños entonces entienden que de eso se trata la Navidad. Pretendemos recordarles que festejamos el nacimiento del Niño Jesus pero esa idea la podemos sostener apenas unos instantes. Luego, queremos saber quién regaló qué cosas, quien se olvidó, quien cumplió con todos, cuántos regalos recibieron nuestros hijos y si nuestra familia ha sido justa en la repartición de los obsequios. También comemos con exageración. Y brindamos y bebemos más que de costumbre. Y a la cama.

Posiblemente cuando nuestros hijos sean mayores, no recuerden nada especial en relación a las Noches de Navidad. Porque se convirtieron en cenas algo más fastuosas, a las cuales arribamos agotados tras recorrer centros comerciales, endeudados y hartos de todo. Es posible que algo de toda esta vorágine nos deje una sensación de sin sentido cuando se supone que debería ser una época relativamente feliz.

Quizás podamos hacer pequeños movimientos que nos satisfagan más y sobre todo que llenen de sentido esa noche tan especial, a través del acercamiento y del contacto emocional con las personas que amamos. Tal vez podamos volver a cierta intimidad, reunirnos con pocas personas muy allegadas y regalar a cada uno un escrito colmado de agradecimientos por cada una de las actitudes que han tenido con nosotros. Si nos atrevemos podemos ofrecer una poesía cariñosa. Incluso preparar la comida preferida para algunos. O el pastel que más disfrutan otros. Y para los niños, claro que habrá algo fuera de lo común, algo soñado, esperado, imaginado y en lo posible no muy caro.

Los niños tienen derecho a recibir una carta llena de afecto de su madre o su padre. Unas palabras que nombren lo orgullosos que sus padres están de él. Y una hermosa carta escrita por Papá Noel felicitándolos por sus virtudes, firmada con letra dorada.

[...]La Navidad que cada uno de nosotros vive puede volver a ser mágica. Todos nosotros estamos en condiciones de ofrecer a los niños pequeños una noche especial, fuera de lo común, llena de sorpresas y de encanto. Es una sola noche al año. Todas las demás noches estamos cansados, hartos de nuestra rutina, enfadados con los niños y enfadados con los mayores. Y ese hastío, no hay juguete que lo transforme.

Se trata de recordar lo más suave de nuestras navidades infantiles y convertirlas en una realidad en tiempos actuales, con más dinero, más objetos y más confort, pero agregando mayores recursos interiores.


Fuente: Laura Gutman

CONTROL DE ESFINTERES


Vamos a hablar de control de esfínteres. No de retirada de pañal. El pañal no deberíamos retirarlo si antes no existe control de esfínteres… y sin embargo, solemos hacerlo al revés, como si creyésemos que quitando el soporte se logra antes la maduración de una función corporal. Vamos a verlo más claro en un ejemplo de otra función madurativa:

Un bebé de 13 meses que va en brazos de su madre, en su bandolera o en su carro… es igual dónde. No sabe andar, pero todas hemos escuchado que “aproximadamente entre los 12 y los 15 meses los niños empiezan a andar”. Bien, pues al bebé de nuestro ejemplo, como no da señales de aprender por sí mismo le vamos a dejar en el suelo y a partir de ahora no le vamos a coger, ni llevar de un lado a otro… así aprende a andar. ¿Absurdo? Pues es lo que hacemos cuando le quitamos el pañal a un niño… intentar que aprenda a andar a base de sacarle el soporte con el que lo acompañamos de un lado a otro.

[...]si consideramos el control de esfínteres como un proceso madurativo, no nos puede extrañar ni molestar que nuestro hijo, un día, vuelva a pedir o a necesitar los pañales. Puede que durante unas semanas haya ido al baño o utilizado el orinal sin problemas, pero por la causa que sea de repente puede volver a haber escapes importantes, y nuestro hijo puede pedir el pañal porque no se siente a gusto mojado, o bien podemos sugerir nosotros la posibilidad de volver a usarlo. No es un retroceso, es un estadio normal del desarrollo, que dará a nuestro hijo más confianza, tanto en sí mismo como en nosotros. En sí mismo, porque será capaz de tener controlado un aspecto que suele plantearse como problemático en muchas situaciones… en nosotros, porque verá que le aceptamos sea lo que sea que decida hacer con su cuerpo y sus funciones.

INCONVENIENTES DE RETIRAR EL PAÑAL ANTES DE QUE EL CONTROL ESTÉ INSTAURADO

Pérdida de confianza del niño en sí mismo: Si le decimos que a partir de un momento es mayor para controlar esfínteres, y decidimos unilateralmente retirar el pañal, le estamos comunicando a nuestro hijo que, tal como hace las cosas, ya no es correcto hacerlas, y si tomamos una decisión que le afecta de una manera tan absoluta, debe ser por algo que está haciendo mal, o al menos, de un modo que a nosotros no nos complace. Eso mina la seguridad que el niño tiene en sí mismo, pero a la vez, la confianza inmensa que tiene en nosotros, la confianza de que le amamos tal cual es, con sus medias palabras, con sus saltos torpes y con sus pañales.

[...]El idioma pis: Retirar el pañal supone establecer lo que Laura Gutman llama el “idioma pis”… desde que nos preparamos para salir empezamos a preguntar obsesivamente: “¿quieres hacer pis?, ¿has hecho pis?, ¿de verdad que no? ¿Y caca, este niño ha hecho hoy caca?” y luego, cada diez minutos, estemos donde estemos, delante de quien estemos, lo preguntamos sin descanso, incluso nos atrevemos a llevar a nuestros hijos contra su voluntad al servicio de diversos bares y restaurantes “a ver si sale”.

PAÑAL NOCTURNO


Parece que existe unanimidad en el hecho de que una vez retirado el pañal diurno, el pañal nocturno debe ir detrás en pocos días. Ni sí ni no… dependerá, como con el pañal diurno, de vuestro hijo, de si amanece o no con el pañal mojado y, por supuesto, de si quiere hacerlo. No pasa nada porque un niño se pase meses, o incluso años, usando pañal nocturno aunque haya dejado ya el diurno… es un control más difícil sencillamente porque el niño está completamente relajado, no está pendiente de sus posibles escapes, y como está aprendiendo, simplemente sucede.

POR QUÉ NOS EMPEÑAMOS EN ADELANTAR EL PROCESO?

Si los niños van a la guardería, en muchas de ellas, el último año ya se organizan rondas de orinal para que se vayan acostumbrando… y si no van a la guardería, sus madres nos cuidamos mucho de, a partir de la última primavera previa al cole, ir retirando el pañal. Sencillamente porque, en la grandísima mayoría de los coles españoles, un niño con pañal no es admitido y, en el mejor de los casos, será admitido sin pañal pero sus padres tendrán que ir a cambiarlo cada vez que haya un “accidente”. Y muchas familias, simplemente no pueden permitirse dejar el trabajo, que puede no quedar en la misma ciudad, e ir al colegio una o dos veces por mañana, ni siquiera aunque esto no ocurra todos los días. Si la educación infantil comenzase a los 4 años muchas familias se quitarían de encima el problema del control de esfínteres… sucedería por sí solo en la gran mayoría de los casos en algún momento antes de la entrada en el cole.

Y otro de los motivos que existen para este empeño en “hacer algo” en vez de esperar que la naturaleza siga su curso la tiene la cultura de la competitividad y la eficiencia, el rollo mi hijo ya hace tal o cual, que no se diga que mi hijo se queda retrasado, pues el niño de fulanita ya no lleva pañal, la tremenda presión social que representa el que TODOS se quiten el pañal, el presumir del hijo más listo y más independiente.

¿QUÉ PODEMOS HACER PARA AYUDAR A NUESTROS HIJOS CON EL CONTROL DE ESFÍNTERES?

Llegados a este punto, sí hay una cosa que podemos hacer: respetarles en el ritmo y en la manera que el proceso se dé en nuestros hijos. Aceptarles tal como son, con pañal o sin él, mojados o secos, sin valorar ni juzgar si es tarde, pronto, oportuno o no quitarse o ponerse el pañal… sea lo que sea lo que nuestro hijo decida.




Fuente:P.M

Lactancia en Tándem


Se denomina lactancia en tándem cuando una mamá está amamantando a su hijo y ésta queda embarazada decidiendo no interrumpir la lactancia y seguir dando el pecho durante todo el embarazo. Una vez nacido el pequeño amamanta a los dos conjuntamente o por separado.


Las razones que llevan a una madre a amamantar o no durante el embarazo y posteriormente en tándem son muy personales y en cualquier caso dignas de respeto.

Algunos puntos a tener en cuenta

Los pechos están muy sensibles
Uno de los primeros síntomas de embarazo es la extrema sensibilidad que la madre siente en los pechos. Por eso, para algunas mujeres, las tomas dejan de ser agradables, pues notan muchas molestias cuando el niño se coge al pecho, lo que, en ciertos momentos, puede forzar (o acelerar) un destete o provocar una reducción considerable en el número de tomas que hace el hermano mayor.

La producción de leche baja
Se sigue produciendo leche, pero en una cantidad mucho más reducida, y esto es algo que disgusta a muchos niños que continúan mamando, por lo que prefieren dejarlo.

Más de la mitad de los niños se destetan
Un 62 % de los niños se destetan durante el embarazo de su madre, de ellos algo más de una tercera parte lo hacen entre el terecer y cuarto mes de gestación, coincidiendo con la caída de la producción, y el resto hacia el final del segundo trimestre. Antes se creía que lo dejaban por el cambio de sabor al aparecer el calostro, pero ahora se sabe que no existe ese cambio hasta pocos días antes del parto.

¿Afecta negativamente al recién nacido?
No, el hermano mayor no le “roba” la leche al pequeño. De hecho la lactancia en tándem hace que la pérdida de peso del recién nacido sea menor y se recupere más rápidamente. También es habitual que en el hermano menor no se observen las conocidas crisis de crecimiento. Siempre parece haber leche de sobra.

¿Qué pasa con la subida de la leche?
La lactancia en tándem asegura una buena provisión de leche al haber más estimulación. La subida de la leche se produce igual, pero con la ventaja de que tienes un hijo mayor que te ayuda a descongestionar los pechos.

¿Cómo se organizan las tomas?
La madre tendrá que organizar las tomas entre ambos hijos. .Es frecuente que sobre todo el primer mes de vida el hijo mayor mame igual o más que el pequeño y que cada vez que el recién nacido pida se acerque a mamar, pero esto no es un problema para el recién nacido que suele ganar peso con velocidad. En todo caso, las madres acaban poniendo límites al mayor porque emocionalmente les es difícil tolerar tanta exigencia.

¿De qué modo lo vive la madre?
Cuando se pregunta a las madres sus razones para seguir con lactancia materna en tándem las respuestas más frecuentes son:

Para respetar las necesidades del hijo mayor.
Porque tenían interés como madres por vivir esa experiencia.
Porque querían favorecer el vínculo entre hermanos.

¿Puede ser una vía de contagios?
La lactancia en tándem no favorece el contagio de enfermedades entre hermanos. Incluso es probable que el hecho de que la madre comparta la misma inmunidad con ambos hijos consiga que el pequeño reciba defensas para luchar contra los virus o bacterias de los que el mayor es portador.

Pueden seguir leyendo la nota completa en la página de Alba Lactancia materna.

20 semanas de baja maternal



El pleno del Parlamento Europeo (PE) ha dado luz verde a la propuesta para ampliar la baja de maternidad mínima en la toda la UE hasta las 20 semanas y con el cien por cien del sueldo.
En su sesión plenaria celebrada en el mes de octubre pasado, en Estrasburgo (Francia), la Eurocámara se ha pronunciado a favor de prolongar el permiso de maternidad mínimo, actualmente fijado en 14 semanas en la UE, hasta el nivel que reclamaba el informe aprobado por la comisión parlamentaria de Derechos de la Mujer.
El borrador legislativo ha salido adelante por un resultado de 375 votos a favor y 208 en contra, superando así la gran división que mostró la Eurocámara en el debate celebrado el lunes.
El texto amplía la baja de maternidad catorce días por encima de la propuesta inicial de la Comisión Europea (CE), que situaba la duración de este permiso en 18 semanas, y además establece que la remuneración durante dicho período debe ser equivalente al sueldo habitual. El resultado de la votación fija la postura del Parlamento en primera lectura, a la espera de lo que decidan los países, en un proceso legislativo que se prevé largo.
Los eurodiputados que se opusieron a la medida han alegado que la ampliación del permiso tendría un coste excesivo para las cuentas públicas y sería inviable en el actual contexto de ajuste presupuestario, una postura que comparten varios estados miembros. Según un estudio de impacto encargado por la Eurocámara, la ampliación de la baja tendría un coste de hasta 1.429 millones de euros al año para Francia, 1.324 millones de euros para Reino Unido, 1.150 millones para Alemania y 988 millones de euros para España.

Tiempo para recuperarse del parto

Por su parte, la principal responsable del informe en el que se basa el texto aprobado, la socialista portuguesa Edite Estrela, defiende que las 20 semanas darían a la mujer tiempo para recuperarse de su embarazo y del parto, fomentarían la lactancia y permitirían a la madre forjar un vínculo más fuerte con su hijo.
Las actuales condiciones de los permisos de maternidad difieren entre los países de la UE, muchos de los cuales aplican bajas de maternidad con una duración superior al mínimo de 14 semanas fijado en una directiva europea de 1992. En España, el permiso para las trabajadoras que sean madres es de 16 semanas, con las seis primeras después del parto de carácter obligatorio, mientras que el resto son transferibles al cónyuge.

Fuente: http://www.elcomerciodigital.com/rc/20101020/mas-actualidad/sociedad/eurocamara-aprueba-ampliar-semanas-201010201421.html

¨Tu hijo es una buena persona¨ del libro Bésame Mucho de Carlos González

Cuando una esposa afirma que su marido es muy bueno, probablemente es un hombre cariñoso, trabajador, paciente, amable... En cambio, si una madre exclama "mi hijo es muy bueno", casi siempre quiere decir que se pasa el día durmiendo, o mejor que "no hace más que comer y dormir" (a un marido que se comportase así le llamaríamos holgazán). Los nuevos padres oirán docenas de veces (y pronto repetirán) el chiste fácil: "¡Qué monos son... cuando duermen!"

Y así los estantes de las librerías, las páginas de las revistas, las ondas de la radio, se llenan de "problemas de la infancia": problemas de sueño, problemas de alimentación, problemas de conducta, problemas en la escuela, problemas con los hermanos... Se diría que cualquier cosa que haga un niño cuando está despierto ha de ser un problema.
Nadie nos dice que nuestros hijos, incluso despiertos (sobre todo despiertos), son gente maravillosa; y corremos el riesgo de olvidarlo. Aún peor, con frecuencia llamamos "problemas", precisamente, a sus virtudes.

Tu hijo es generoso

Marta juega en la arena con su cubo verde, su pala roja y su caballito. Un niño un poco más pequeño se acerca vacilante, se sienta a su lado y, sin mediar palabra (no parece que sepa muchas) se apodera del caballito, momentáneamente desatendido. A los pocos minutos, Marta decide que en realidad el caballito es mucho más divertido que el cubo, y lo recupera de forma expeditiva. Ni corto ni perezoso, el otro niño se pone a jugar con el cubo y la pala. Marta le espía por el rabillo del ojo, y comienza a preguntarse si su decisión habrá sido la correcta. ¡El cubo parece ahora tan divertido!
Tal vez la mamá de Marta piense que su hija "no sabe compartir". Pero recuerde que el caballito y el cubo son las más preciadas posesiones de Marta, digamos como para usted el coche. Y unos minutos son para ella una eternidad. Imagine ahora que baja usted de su coche, y un desconocido, sin mediar palabra, sube y se lo lleva. ¿Cuántos segundos tardaría usted en empezar a gritar y a llamar a la policía? Nuestros hijos, no le quepa duda, son mucho más generosos con sus cosas que nosotros con las nuestras.
Tu hijo es desinteresado
Sergio acaba de mamar; no tiene frío, no tiene calor, no tiene sed, no le duele nada... pero sigue llorando. Y ahora, ¿qué más quiere?
La quiere a usted. No la quiere por la comida, ni por el calor, ni por el agua. La quiere por sí misma, como persona. ¿Preferiría acaso que su hijo la llamase sólo cuando necesitase algo, y luego "si te he visto no me acuerdo"? ¿Preferiría que su hijo la llamase sólo por interés?
El amor de un niño hacia sus padres es gratuito, incondicional, inquebrantable. No hace falta ganarlo, ni mantenerlo, ni merecerlo. No hay amor más puro. El doctor Bowlby, un eminente psiquiatra que estudió los problemas de los delincuentes juveniles y de los niños abandonados, observó que incluso los niños maltratados siguen queriendo a sus padres.
Un amor tan grande a veces nos asusta. Tememos involucrarnos. Nadie duda en acudir de inmediato cuando su hijo dice "hambre", "agua", "susto", "pupa"; pero a veces nos creemos en el derecho, incluso en la obligación, de hacer oídos sordos cuando sólo dice "mamá". Así, muchos niños se ven obligados a pedir cosas que no necesitan: infinitos vasos de agua, abrir la puerta, cerrar la puerta, bajar la persiana, subir la persiana, encender la luz, mirar debajo de la cama para comprobar que no hay ningún monstruo... Se ven obligados porque, si se limitan a decir la pura verdad: "papá, mamá, venid, os necesito", no vamos. ¿Quién le toma el pelo a quién?

Tu hijo es valiente

Está usted haciendo unas gestiones en el banco y entra un individuo con un pasamontañas y una pistola. "¡Silencio! ¡Al suelo! ¡Las manos en la nuca!" Y usted, sin rechistar, se tira al suelo y se pone las manos en la nuca. ¿Cree que un niño de tres años lo haría? Ninguna amenaza, ninguna violencia, pueden obligar a un niño a hacer lo que no quiere. Y mucho menos a dejar de llorar cuando está llorando. Todo lo contrario, a cada nuevo grito, a cada bofetón, el niño llorará más fuerte.
Miles de niños reciben cada año palizas y malos tratos en nuestro país. "Lloraba y lloraba, no había manera de hacerlo callar" es una explicación frecuente en estos casos. Es la consecuencia trágica e inesperada de un comportamiento normal: los niños no huyen cuando sus padres se enfadan, sino que se acercan más a ellos, les piden más brazos y más atención. Lo que hace que algunos padres se enfaden más todavía. Si que huyen los niños, en cambio, de un desconocido que les amenaza.
Los animales no se enfadan con sus hijos, ni les riñen. Todos los motivos para gritarles: sacar malas notas, no recoger la habitación, ensuciar las paredes, romper un cristal, decir mentiras... son exclusivos de nuestra especie, de nuestra civilización. Hace sólo 10.000 años había muy pocas posibilidades de reñir a los hijos. Por eso, en la naturaleza, los padres sólo gritan a sus hijos para advertirles de que hay un peligro. Y por eso la conducta instintiva e inmediata de los niños es correr hacia el padre o la madre que gritan, buscar refugio en sus brazos, con tanta mayor intensidad cuanto más enfadados están los progenitores.

Tu hijo sabe perdonar

Silvia ha tenido una rabieta impresionante. No se quería bañar. Luchaba, se revolvía, era imposible sacarle el jersey por la cabeza (¿por qué harán esos cuellos tan estrechos?). Finalmente, su madre la deja por imposible. Ya la bañaremos mañana, que mi marido vuelve antes a casa; a ver si entre los dos...
Tan pronto como desaparece la amenaza del baño, tras sorber los últimos mocos y dar unos hipidos en brazos de mamá, Silvia está como nueva. Salta, corre, ríe, parece incluso que se esfuerce por caer simpática. El cambio es tan brusco que coge por sorpresa a su madre, que todavía estará enfadada durante unas horas. "¿Será posible?" "Mírala, no le pasa nada, era todo cuento".
No, no era cuento. Silvia estaba mucho más enfadada que su madre; pero también sabe perdonar más rápidamente. Silvia no es rencorosa. Cuando Papá llegue a casa, ¿cuál de las dos se chivará? ("Mamá se ha estado portando mal..."). El perdón de los niños es amplio, profundo, inmediato, leal.

Tu hijo sabe ceder

Jordi duerme en la habitación que sus padres le han asignado, en la cama que sus padres le han comprado, con el pijama y las sábanas que sus padres han elegido. Se levanta cuando le llaman, se pone la ropa que le indican, desayuna lo que le dan (o no desayuna), se pone el abrigo, se deja abrochar y subir la capucha porque su madre tiene frío y se va al cole que sus padres han escogido, para llegar a la hora fijada por la dirección del centro. Una vez allí, escucha cuando le hablan, habla cuando le preguntan, sale al patio cuando le indican, dibuja cuando se lo ordenan, canta cuando hay que cantar. Cuando sea la hora (es decir, cuando la maestra le diga que ya es la hora) vendrán a recogerle, para comer algo que otros han comprado y cocinado, sentado en una silla que ya estaba allí antes de que él naciera.
Por el camino, al pasar ante el quiosco, pide un "Tontanchante", "la tontería que se engancha y es un poco repugnante", y que todos los de su clase tienen ya. "Vamos, Jordi, que tenemos prisa. ¿No ves que eso es una birria?" "¡Yo quiero un Totanchante, yo quiero, yo quiero...!" Ya tenemos crisis.
Mamá está confusa. Lo de menos son los 20 duros que cuesta la porquería ésta. Pero ya ha dicho que no. ¿No será malo dar marcha atrás? ¿Puede permitir que Jordi se salga con la suya? ¿No dicen todos los libros, todos los expertos, que es necesario mantener la disciplina, que los niños han de aprender a tolerar las frustraciones, que tenemos que ponerles límites para que no se sientan perdidos e infelices? Claro, claro, que no se salga siempre con la suya. Si le compra ese Tontachante, señora, su hijo comenzará una carrera criminal que le llevará al reformatorio, a la droga y al suicidio.
Seamos serios, por favor. Los niños viven en un mundo hecho por los adultos a la medida de los adultos. Pasamos el día y parte de la noche tomando decisiones por ellos, moldeando sus vidas, imponiéndoles nuestros criterios. Y a casi todo obedecen sin rechistar, con una sonrisa en los labios, sin ni siquiera plantearse si existen alternativas. Somos nosotros los que nos "salimos con la nuestra" cien veces al día, son ellos los que ceden. Tan acostumbrados estamos a su sumisión que nos sorprende, y a veces nos asusta, el más mínimo gesto de independencia. Salirse de vez en cuando con la suya no sólo no les va hacer ningún daño, sino que probablemente es una experiencia imprescindible para su desarrollo.

Tu hijo es sincero

¡Cómo nos gustaría tener un hijo mentiroso! Que nunca dijera en público "¿Por qué esa señora es calva?" o ¿Por qué ese señor es negro?" Que contestase "Sí" cuando le preguntamos si quiere irse a la cama, en vez de contestar "Sí" a nuestra retórica pregunta "¿Pero tú crees que se pueden dejar todos los juguetes tirados de esta manera?"
Pero no lo tenemos. A los niños pequeños les gusta decir la verdad. Cuesta años quitarles ese "feo vicio". Y, entre tanto, en este mundo de engaño y disimulo, es fácil confundir su sinceridad con desafío o tozudez.

Tu hijo es un buen hermano

Imagínese que su esposa llega un día a casa con un guapo mozo, más joven que usted, y le dice: "Mira, Manolo, este es Luis, mi segundo marido. A partir de ahora viviremos los tres juntos, y seremos muy felices. Espero que sabrás compartir con él tu ordenador y tu máquina de afeitar. Como en la cama de matrimonio no cabemos los tres, tú, que eres el mayor, tendrás ahora una habitación para ti sólito. Pero te seguiré queriendo igual". ¿No le parece que estaría "un poquito" celoso? Pues un niño depende de sus padres mucho más que un marido de su esposa, y por tanto la llegada de un competidor representa una amenaza mucho más grande. Amenaza que, aunque a veces abrazan tan fuerte a su hermanito que le dejan sin aire, hay que admitir que los niños se toman con notable ecuanimidad.

Tu hijo no tiene prejuicios

Observe a su hijo en el parque. ¿Alguna vez se ha negado a jugar con otro niño porque es negro, o chino, o gitano, o porque su ropa no es de marca o tiene un cochecito viejo y gastado? ¿Alguna vez le oyó decir "vienen en pateras y nos quitan los columpios a los españoles"? Tardaremos aún muchos años en enseñarles esas y otras lindezas.

Tu hijo es comprensivo

Conozco a una familia con varios hijos. El mayor sufre un retraso mental grave. No habla, no se mueve de su silla. Durante años, tuvo la desagradable costumbre de agarrar del pelo a todo aquél, niño o adulto, que se pusiera a su alcance, y estirar con fuerza. Era conmovedor ver a sus hermanitos, con apenas dos o tres años, quedar atrapados por el pelo, y sin gritar siquiera, con apenas un leve quejido, esperar pacientemente a que un adulto viniera a liberarlos. Una paciencia que no mostraban, ciertamente, con otros niños. Eran claramente capaces de entender que su hermano no era responsable de sus actos.
Si se fija, observará estas y muchas otras cualidades en sus hijos. Esfuércese en descubrirlas, anótelas si es preciso, coméntelas con otros familiares, recuérdeselas a su hijo dentro de unos años ("De pequeño eras tan madrugador, siempre te despertabas antes de las seis...") La educación no consiste en corregir vicios, sino en desarrollar virtudes. En potenciarlas con nuestro reconocimiento y con nuestro ejemplo.

La semilla del bien

Observando el comportamiento de niños de uno a tres años en una guardería, unos psicólogos pudieron comprobar que, cuando uno lloraba, los otros espontáneamente acudían a consolarle. Pero aquellos niños que habían sufrido palizas y malos tratos hacían todo lo contrario: reñían y golpeaban al que lloraba. A tan temprana edad, los niños maltratados se peleaban el doble que los otros, y agredían a otros niños sin motivo ni provocación aparente, una violencia gratuita que nunca se observaba en niños criados con cariño.
Oirá decir que la delincuencia juvenil o la violencia en las escuelas nacen de la "falta de disciplina", que se hubieran evitado con "una bofetada a tiempo". Eso son tonterías. El problema no es falta de disciplina, sino de cariño y atención, y no hay ningún tiempo "adecuado" para una bofetada. Ofrézcale a su hijo un abrazo a tiempo. Miles de ellos. Es lo que de verdad necesita.

Fuente:Extractado del libro Bésame mucho del Dr. Carlos González, pediatra.


Los analgésicos y el embarazo


La revista Human Reproduction Today ha publicado un estudio según el cual el consumo de analgésicos durante el embarazo podría estar afectando al feto varón en cuanto a su capacidad reproductiva futura. Estos fármacos pueden aumentar el riesgo de que los bebés de sexo masculino nazcan con lo que se conoce como criptorquidia, testículos no descendidos.
La criptorquidia es por definición un descenso incompleto del testículo hacia la bolsa escrotal. Los testículos del bebé se desarrollan en el abdomen durante el embarazo y posteriormente, descienden hasta el escroto. Existen casos en los que este descenso es interrumpido y los bebés nacen con los testículos fuera de la bolsa escrotal. La incidencia de este fenómeno es del 3 al 4% de los recién nacidos, especialmente en los prematuros. En la mayor parte de los casos (entre el 75 y el 95%) los testículos pueden descender espontáneamente, en caso de que esto no ocurra requiere de una intervención quirúrgica que suele hacerse a partir de los dos años de niño.
La criptorquidia puede afectar a la fertilidad del adulto si no se trata adecuadamente y es además factor de riesgo de cáncer de testículo. Además de las consecuencias psicológicas que pueda tener, supone también un mayor riesgo de torsiones y traumatismos a nivel de testículo.
El consumo de ciertos medicamentos durante el embarazo puede incidir en el riesgo de criptorquidia del recién nacido. Según el estudio publicado en Human Reproduction Today y realizado por investigadores daneses y finlandeses, analgésicos como el paracetamol, la aspirina o el ibuprofeno se asocian a posibles problemas en la capacidad reproductiva del adulto.
Estos estudios se realizaron a través de encuestas a embarazadas en Finlandia y Dinamarca. Dos mil mujeres embarazadas contestaron por escrito sobre los medicamentos que tomaban durante el embarazo, con la particularidad de que en su gran mayoría no consideraban los analgésicos como un medicamento. Los resultados fueron los siguientes:

- Ibuprofeno y aspirina tomados individualmente cuatriplican el riesgo de criptorquidia en el bebé varón.

- Paracetamol individualmente multiplica por dos el riesgo de criptorquidia.

- Paracetamol e ibuprofeno administrados de forma simultánea multiplican por siete el riesgo

- Ibuprofeno y aspirina tomados simultáneamente multiplican por dieciséis el riesgo de padecer criptorquidia, según este estudio.

¿Cuál es el mecanismo que hace aumentar el riesgo de criptorquidia? Se ha comprobado mediante experimentos con ratas en laboratorio cómo los analgésicos afectan al nivel de testosterona. En estos experimentos las ratas vieron disminuidos sus niveles de testosterona durante el período de embarazo en el cual se desarrollan los testículos, al ser tratadas con analgesia.
Esto mismo ocurre con los ftalatos, compuestos químicos empleados para aumentar la flexibilidad del plástico y que se ha demostrado, interfieren en la salud reproductiva de los varones. El efecto de los ftalatos en varones fue demostrado por un grupo de investigadores de Rochester University; en madres expuestas a algunos ftalatos los niños experimentan cambios en su desarrollo reproductivo, no estando completamente masculinizados.
En las últimas décadas se ha producido un incremento considerable de los casos de criptorquidia congénita, en concreto un incremento del 1.8% (1959-1961) hasta un 8.5% (2001) en Dinamarca, siendo éste demasiado significativo como para no estudiarlo con detenimiento.
Como conclusión por lo tanto, se hace necesario un estudio en profundidad sobre los posibles perturbadores endocrinos que están afectando a la salud reproductiva de los jóvenes varones, en especial con los medicamentos analgésicos que parecen consumirse sin demasiados reparos. Los investigadores consideran fundamental realizar estudios epidemiológicos y, mientras tanto, recomiendan que las embarazadas consulten a su médico antes de consumir cualquier analgésico.