Ante las numerosas caídas de un niño se le suele consolar echando la culpa al objeto que ha causado su dolor. Es decir, el niño que alegremente gatea por la casa y al pasar cerca de una silla se golpea la cabeza, para calmarlo se le suele echar la culpa a la silla. El padre, la madre o educador le pega a la silla mientras le dice "mala, mala y mala porque has hecho daño a mi niño".
El niño es responsable de sus caídas y golpes.
Con esta reacción por parte del padre o madre se le está enseñando al niño que no es responsable de sus caídas y que la culpa de que se haya hecho daño es de los demás: de la piedra que estaba en medio del camino, de la silla por ser tan dura, de la puerta que estaba cerrada, del escalón que era muy grande, de la bicicleta, etc.
Por el contrario, ellos sí son responsables de su cuerpo, del lugar que escogen para caminar, gatear, saltar, de si lo hacen con atención y cuidado o con distracción y descuido, de si introducen la mano o los dedos en un lugar peligroso (como las puertas de casa o del coche), etc.
El niño puede aprender a no hacerse daño la próxima vez.
Para que vayan aprendiendo a saber cuidar de ellos mismos y a ser responsables de sus actos, ante sus golpes el mensaje que seguro les ayuda es: "no has visto que la silla estaba cerca ¿verdad?. Claro, la silla está muy dura y tú le has dado con la cabeza. Te doy un beso para aliviar tu dolor y ya verás como otro día aprenderás a tener más cuidado para no hacerte daño".
Seguramente la silla mañana seguirá estando en el mismo sitio, pero el niño ya sabe que él puede hacer mucho para no volverse a hacer daño. Su padre o madre le acaba de transmitir el mensaje positivo que "depende de él" y que seguro que "aprenderá a no hacerse daño en otra ocasión".
El niño aprende que su bienestar también depende de él.
Con esta actitud de confianza y este mensaje les enseñamos a los niños desde bien pequeños que ellos son responsables de sus caídas y golpes, de sus actos, de sus elecciones y de la manera de llevarlas a cabo.
Así que, como responsables, cuando se encuentren ante un pequeño accidente (cortarse con las tijeras, caerse de la bici, tropezarse, etc.) podrán tomar medidas para la próxima vez hacer la misma acción pero seguramente con más prudencia, más cuidado o más atención. Están aprendiendo que su bienestar también despende de ellos mismos.
Pedagoga, educadora infantil y terapeuta gestáltica
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