Desde tiempos ancestrales, las mujeres han cargado con sus hijos a sus espaldas, o al frente, o en la cadera. Ya sea recién nacidos o niños más grandecitos los han llevado consigo para hacer más fácil su vida, así podían hacer los quehaceres domésticos, trabajar, o salir a pasear junto con sus hijos.
Es asombroso ver cómo tienen ambas manos libres para trealizar sus actividades, o para llevar de la mano a otros de sus hijos. En la época Victoriana esta práctica entró en desuso y hasta fue vista como algo que sólo lo practicaban los ignorantes. Esto ha estado revirtiéndose en los últimos años.
¿Qué pasa en la Actualidad?
Por suerte, en los últimos años hay cada vez más padres a favor de una crianza más natural y sencilla. Cada día se inventan artilugios nuevos que supuestamente cubren "todas nuestras necesidades", pero en la mayoría de los casos estas mismas necesidades han sido creadas por la publicidad y los medios de comunicación.
Evidentemente hay todo un mercado que se beneficia económicamente de la venta de leches de continuación y de artículos de puericultura cada vez más sofisticados, ¿pero que necesitamos nosotros, los padres? ¿Y nuestros hijos? Necesitamos más tiempo de calidad con nuestros hijos, más proximidad, y, a la vez, quisiéramos seguir con nuestro ritmo de vida habitual (en la medida de lo posible).
La mayoría de nosotros vivimos en entornos urbanos, poco adecuados para las necesidades de familias con niños pequeños, con un tiempo de baja maternal demasiado corto y un ritmo de trabajo frenético. Nos gustaría adaptarnos a las necesidades de nuestros bebés, pero a veces los obstáculos parecen insuperables. Y para colmo, nos sentimos culpables por dedicarle poco tiempo a nuestro hijo, en vez de disfrutarlo cuando podemos. A pesar de que nosotros consideremos la situación como "segura", él no la percibe así en absoluto.
Hasta los 9 meses aproximadamente, el bebé no entiende la ausencia de los cuidadores como temporal.
Para él, lo que está fuera de su campo de visión no existe. Nos podemos imaginar la angustia que le puede causar la sensación de abandono. ¡aunque sea para 5 minutos! Cuanto más relajado y seguro esté un bebé, más equilibrado estará emocionalmente, ¡y menos llorará! Incluso nuestra anatomía está claramente adaptada para llevar a nuestros bebés encima.
La forma de la cadera y cintura femenina en los humanos facilita un asiento estable para el bebé, y los pequeños ayudan con la posición de sus piernas: incluso bebés de menos de un mes doblan las piernas y separa las rodillas automáticamente cuando los levantamos, en espera de "cabalgar" en la cadera.
Sigue habiendo muchos pueblos indígenas en el mundo (en Asia, América Latina y áfrica) que llevan sus niños todo el día encima, cuando trabajan en el campo y durante los labores domésticos. Estos niños suelen llorar mucho menos que los bebés occidentales y, contrario a lo que se pueda pensar, ¡se independizan bastante antes que ellos! En Austria, Alemania, Holanda, etc. los fulars en muchos casos ya han sustituido los cochecitos, sobre todo para bebés pequeños. En España están empezando a difundirse, cada vez hay más pediatras y comadronas o asesoras de las organizaciones de lactancia que lo recomiendan.
Fuente Mami kanguro