Igualdad y maternidad

Si enfocamos la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres borrando lo que nos diferencia podemos cometer errores importantes. La igualdad debe respetar y valorar lo específico de los hombres y de las mujeres, sin que ello vaya en detrimento de sus derechos y deberes.


De momento, traer un hijo al mundo y amamantarlo es algo que solo pueden realizar las mujeres. Respetar este hecho, esta diferencia con respecto a los hombres, sería permitir que la mujer que acaba de dar a luz, pudiera vivir la experiencia de ser madre en toda su plenitud.
Sabemos que una mujer es capaz, en la mejor de las circunstancias, de incorporarse al trabajo a las 48 horas de haber dado a luz. También sabemos que los niños pueden vivir cuando son cuidados por otras personas que no son su madre. Y también sabemos, y no lo podemos pasar por alto, el precio que se paga por ello y las consecuencias que conlleva.


Tanto el entorno familiar como el profesional deberían valorar y priorizar en cualquier circunstancia la maternidad y el nacimiento del niño, sin que por ello la mujer se viera penalizada en el desarrollo de su profesión, ni su hijo -ser que nace absolutamente desvalido- privado del tiempo primordial necesario para establecer el vínculo básico que posibilita su desarrollo como ser humano.


¿De dónde viene tanta prisa? ¿A qué conduce?


Fuente: el pais



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