Al suelo

En este artículo de Alberto Criado, vicepresidente de la Asociación Criar con el Corazón, se recogen muchas ideas que seguramente nos rondan en la cabeza, y propone una técnica sencilla para mejorar la relación con nuestros hijos. ¿Qué les parece?


Hoy he visto cómo la técnica “AL SUELO” funciona. Es una pena que en muchas ocasiones tengamos que recurrir a las llamadas “técnicas” con nuestros hijos. Esas cosas que debieran salir del alma, del corazón, sin esfuerzo, de forma impulsiva, tenemos que hacerlas desde lo racional. Por desgracia, éstas son las consecuencias de nuestra infancia reprimida, de nuestras necesidades primarias no satisfechas, de la represión de todos nuestros deseos, de años y años de machaqueo constante en casa, escuela y entorno social. La enorme carencia emocional que arrastramos nos lleva a eso precisamente, a un estado de carencia, que nos empuja a llenar ese vacío con lo que sea, consumiendo objetos, imágenes, vídeos, literatura intrascendente, etc.

¿Y qué tiene que ver todo esto con nuestros hijos? ¿Con las técnicas y los actos que deberían salir del alma? Pues mucho, lo uno explica lo otro.

En muchas ocasiones nuestros hijos nos reclaman de forma directa e insistente, y no lo hacen por capricho. Nos necesitan de veras y nos lo hacen saber, no con palabras explícitas, pero las señales son inequívocas. El problema reside en que no sabemos muchas veces descifrar el mensaje por nuestra ceguera emocional y nuestra consiguiente falta de empatía, y también porque nuestro vacío nos llama y pide ser llenado, aunque sea con algo que se cuela por el desagüe (como consumir materialmente), y entramos en choque con las criaturas. Nuestro deseo, originado por el vacío de nuestra carencia, contra el deseo franco, primario y sincero de nuestro hijo. Si unimos las dos cosas, desconocimiento del idioma y deseo en contra, ya que por regla general no somos capaces de detectar las señales y corremos en dirección contraria, pasamos al capítulo desagradable en que hijo y progenitor lo pasan mal y el segundo hace un ridículo espantoso.

Y ahí puede aplicarse la técnica que mencionábamos: AL SUELO. Así se llama esta técnica, y consiste exactamente en eso, en ir al suelo junto a nuestro hijo, pero ir al suelo de verdad, tumbarse o sentarse en el suelo y entablar una conversación, y después, si procede, una actividad que divierta a ambos. Al poco de tirarte al suelo te das cuenta (si ya vas conociendo el idioma), de que estaba claro, que era eso lo que hacía falta. Todas esas cosas que injustamente se llaman antojos, rabietas, caprichos, y lo que llevan asociado, desaparecen, y la persona capaz, empática, colaboradora, etc, que nuestros hijos son (nunca dudes que lo son, porque es cierto, pero ojo, sólo lo son con quien les respeta y les trata como desearía ser tratado) aparece en todo su esplendor. Y más “increíble” aún es, que tras un buen rato de suelo, les dices que tienes que irte a hacer lo que sea y lo aceptan sin decir nada, incluso se van contigo a ayudarte de buena gana y colaboran, o te dicen que los dejes un rato solos o lo que sea (una vez más, te demuestran lo maravillosos e increíbles que son) y nosotros nos quedamos pasmados.

Pero no hay nada de raro, nosotros somos exactamente igual, si nos tratan con respeto.

De este modo, la técnica se define así: si la situación te perturba con un pequeño, ya sabes, al suelo. Y si tu vacío emocional te empuja (p. ej.: es que quiero ver la tele, quiero fregar, quiero leer) piensa en la técnica y recuerda lo que dice una buena amiga mía, sabia por sentido común, no por títulos: “¿Tienes algo mejor que hacer que estar con tu hijo?” Espero que algún día logre llenar mi vacío (pero eso es harina de otro costal) y todo esto salga sin pensar y lo vea como una maravillosa oportunidad a aprovechar y disfrutar, como un tiempo para poder disfrutar a tope junto a esos pequeños sabios que tenemos junto a nosotros.

5 comentarios:

  1. Mi mamá a sus 70 años sigue sentándose en el suelo para jugar con sus nietos. Siempre lo ha puesto en práctica y yo lo he aprendido de ella. Y funciona, claro que si! Es un momento de complicidad, ves las cosas desde otra perspectiva. En el artículo publicado, siento ecos de Laura Gutman... les suena también?
    ¡Saludos!

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  2. Concuerdo con vos Silvia, me recuerda mucho a Laura Gutman y la verdad es que tiene toda la razón no hay mejor cosa para hacer que estar con el propio hijo. El tiempo que uno pierde o desperdicia en hacer otros quehaceres no se recupera más. Siempre habrán platos por fregar, ropa que colgar, programas de tv para mirar u ordenadores para chatear, pero ese momento con tu hijo es irremplazable..
    PAm

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  3. Yo también recordé a Laura Gutman al leer el artículo. Esos vacíos que nos quedan por llenar... Al suelo con nuestros hijos y que sus vacíos sean menores que los nuestros!

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  4. A mi me encanta sentarme al suelo con Ariadna y jugar, pintar... con ella, siempre lo he hecho de forma espontánea, realmente yo recuerdo en mi infancia que me gustaba mucho sentarme en el suelo y jugar con los jugetes, me podía pasar horas así, curiosamente yo no me siento vacia, será por esto como plantea el artículo. Estoy de acuerdo con Pam los momentos que pasamos con nuestros hijos son irrempazables.
    Engi

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  5. si vieran a mi madre o mi padre como juegan con mis hijos en el suelo, a los caballitos, a contar cuentos acostados en el suelo, etc parece que por instante vuelven a ser niños, y es haci como yo me siento cuando juego con ellos.aaa!!lo que mas me gusta hacer casitas con sabanas agarradas de las sillas y sentarnos dentro de ellas a comer helados!!!

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